sábado, 31 de octubre de 2015

Quiero perdonar pero no puedo

Estábamos jugando un partido de fútbol y entre idas y venidas, carreras, pelotazos, alguna caída,... también inevitables empujones y alguna patada... cuando lo que sentí como una clara zancadilla me hizo caer de bruces al suelo todo lo largo que era.
No se dirigió a mí para ayudarme a levantarme, sólo algunos compañeros del mismo equipo; ni siquiera mostró ademán alguno que indicara querer disculparse. Pensé enseguida en buscar la manera de "darle una lección" pero... no llegaba la ocasión y mientras tanto el enfado se me fue pasando.
En una de ésas, sin embargo, saltando ambos por un balón alto le empujé con ganas y... obviamente lo notó; se dirigió a mí con palabras clarísimamente ofensivas a las que respondí con expresión de asombro como si la cosa no fuera conmigo.
El nivel de violencia verbal por su parte creció ostensiblemente y ahí ya dejé la serenidad a un lado y le respondí de la misma manera, hasta que acabado el partido... estuvimos varios días sin dirigirnos la palabra.
El domingo había Misa en el monasterio y sabía que él iba a ir y... yo también. "¡Problema!, tengo un problema", pensé, "porque él pasará a comulgar, hizo lo que hizo conmigo pero es una buena persona, muy buena persona,... y yo también quiero pasar a comulgar pero ¿cómo puedo recibir a Jesucristo en la Eucaristía y él también y sin embargo estar él y yo enemistados?".
Esto me tuvo en jaque toda la mañana y no hallaba respuesta.
En mi oración lo único que se me ocurría decir era:
- "Quiero perdonar y quiero pedir perdón... ¡pero no me siento con fuerzas de poder hacer ni una cosa ni la otra!, por eso te pido Señor que seas tú quien haga ambas cosas en mí. Quiero recibirte en la Eucaristía y quiero hacerlo en paz con todos mis compañeros también. No puedo hacer ambas cosas por separado".
Ya próxima la hora en que se iba a celebrar la Eucaristía salí de mi habitación muy meditabundo y triste porque seguía sin atreverme a resolver nada.
Sin embargo, al pasar por delante de la puerta de su habitación toqué con decisión y ésta se abrió al instante. Al verle sentí el impulso fuerte de darle un abrazo y él me correspndió con aquella misma fuerza. Las palabras vinieron después, salieron solas, mutuamente nos pedimos perdón y de camino a la capilla fuimos comentando todo lo que habíamos vivido en nuestro interior durante aquellos amargos días.
Aquella Eucaristía la viví como la expresión del milagro que unas horas antes le había suplicado a Dios y vi cuán grande es su AMOR y su poder cuando reconocemos nuestra pequeñez e imposibilidad de superar nuestras propias barreras.
Santi Catalán
CUESTIONES PARA LA REFLEXIÓN Y EL DIÁLOGO:
  • ¿Qué experiencias hemos vivido similares a ésta en que tanto costaba perdonar y pedir perdón?. ¿Cómo se resolvieron?.
  • ¿Hay todavía cuestiones no resueltas y que nos están royendo por dentro?, ¿cómo podríamos resolverlas?. ¿Qué ayuda o ayudas necesitamos?.
  • ¿Qué actitudes necesitamos desarrollar en nosotros para que puedan producirse en nosotros milagros como el que esta experiencia real detalla?.
  • ¿A qué puedes compormeterte hoy para facilitar o posibilitar tu reconciliación con alguien con quien llevas mucho tiempo enemistado/a?.

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