miércoles, 21 de noviembre de 2012

Oscar Pistorius


No nació sin piernas. Se las amputaron cuando tenía sólo 11 meses.
Sus padres –atribulados antes y después de la operación por los dolores del niño– lo hicieron aconsejados por los especialistas, que no veían salida a aquellas extremidades que habían salido del útero materno sin peronés ni tobillos.
Al principio las cosas fueron muy bien. En sólo seis meses, el pequeño Oscar correteaba de un lugar a otro con sus pequeñas prótesis. Luego la cosa se complicó. Vino el colegio y los niños burlones se la velaban al lisiado y éste se zafaba como podía de sus burlas.
Pero para él eso no fue nunca un obstáculo. El gozó desde niño de un sexto sentido para el deporte. Y practicó un buen puñado de ellos. Primero el rugby y el waterpolo, más tarde la natación, y en este momento– el atletismo.
- "Yo no soy un inválido, simplemente no tengo piernas. Además, todo el mundo tiene alguna discapacidad … las peores son las del espíritu”.
En el atletismo lo acompaña una voluntad de acero, un insaciable espíritu competitivo y dos prótesis con las que engaña a la naturaleza. Pisando sobre ellas, alcanzó la cima de la velocidad en los Juegos Paralímpicos de Atenas, en 2004, con un oro en los 200 metros y un bronce en la carrera de 100 m.
No contento con ello ha pulverizado desde entonces los récords mundiales paralímpicos de 100, 200 y 400 metros y ha llamado a las puertas de la Federación Internacional de Atletismo (IAAF) con la intención de ser el primer atleta sin piernas en competir contra atletas de elite.
La madre de Oscar murió inesperadamente hace muy pocos años. No pudo disfrutar del éxito de su hijo. Sin embargo, cuando él tenía apenas un año le escribió una carta para cuando fuera mayor, que decía:
"Un perdedor no es quien llega el último sino aquél que se sienta, se contenta con mirar y nunca ha intentado correr".
Un verdadero espíritu indomable,  rebelde, es aquél que busca la felicidad en esta vida. El querer lo es todo. Si queréis ser felices lo seréis. Es la voluntad la que transporta las montañas.
El amor, la voluntad, el deseo y la pasión de cumplir los sueños son las alas del espíritu de las grandes hazañas.

CUESTIONES PARA LA REFLEXIÓN Y EL  DIÁLOGO:
  • ¿Qué destacarías de esta historia real que se está haciendo realidad todavía hoy día?. ¿Qué nos enseña a nosotras el ejemplo de esta persona?.
  • ¿Hay alguien que carezca de alguna limitación o no tenga dificultades?. ¿Qué hacer cuando se tienen dificultades o descubrimos que hallamos limitaciones en nosotras mismas?.
  • ¿Qué metas tienes que no te atreves a buscar por miedo a fracasar o porque en otro tiempo quisiste alcanzar pero no lograste?. ¿Utilizaste entonces los medios que hoy sí emplearías?, ¿qué medios necesitarías en el presente para que esas metas fueran alcanzables?.
  • ¿Cómo organizarte para lograr tus propósitos, sean los que sean?, ¿qué vas a hacer en concreto hoy y aquí para dar los primeros pasos hacia tu victoria?.

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